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Novedades - Publicado el 08 de Septiembre de 2014

Penumbras se adueña de la trasnoche con una selección del mejor cine de terror latinoamericano. Hernán Moyano nos presenta un panorama de la sección.

El cine de género latinoamericano ha tenido un crecimiento enorme y exponencial en los últimos 15 años. A finales de los años noventa, las cinematografías latinoamericanas tenían apenas algunos exponentes dentro de géneros como el terror, acción, aventuras o ciencia ficción. A partir de la aparición del cine digital y con la democratización de la producción de cine a nivel global, muchos jóvenes realizadores pudieron acceder a producir con bajos presupuestos y con herramientas al alcance de sus posibilidades, proyectos relacionados con géneros afines a su formación. La mayoría de los estudiantes que por ese entonces estaban haciendo sus primeras armas como realizadores, habían crecido nutriéndose de películas clase B que eran proyectadas en canales abiertos y a horarios accesibles para ellos. Ciclos como Sábados de súper acción o Cine fantástico entre otros, educaron a varias generaciones de realizadores en Argentina. Esos mismos adolescentes que crecieron amando películas como Indiana Jones o El exorcista, ingresaron a las escuelas de cine con la firme convicción de producir películas ligadas a esos géneros y llevarlas, como sea, a las salas. Las películas de esta nueva camada de realizadores kamikazes comenzaron a tener cierta repercusión en sus territorios originarios, pero sobre todo en el mercado internacional. Principalmente en los Estados Unidos, donde la industria estaba agotando sus temáticas y el conglomerado latino crecía a pasos agigantados. Cinematografías como la chilena, colombiana, argentina y hasta uruguaya, plantaron bandera con películas insignias como La casa muda (Uruguay, 2011), Al final del espectro (Colombia, 2006), Plaga zombie (Argentina, 1997) o Ángel negro (Chile, 2000), entre otras. La producción de cine de género, creció año a año. La lista de películas de cada territorio siguió creciendo y en la actualidad se llevan adelante una enorme cantidad de estas películas por año. Incluso, muchas han logrado tener apoyo institucional de los institutos de cine de cada país – hecho inédito hasta mitad de 2000 -  y muchas de ellas se han convertido en las películas más taquilleras en sus países. Las más afortunadas han tenido un camino comercial muy grande y han obtenido distribución internacional en muchísimos territorios. Incluso algunas, han sido reversionadas en otras industrias, como por ejemplo  La casa muda (Gustavo Hernández). Las películas de género se han diferenciado del resto de las películas producidas en cada país y no solo han logrado mayores ingresos por taquilla, sino que han llevado de nuevo al cine a espectadores que habían sido alejado de las salas por un cine de autor realizado de espaldas al gusto de la gente. En este pelotón de realizadores de cine de género, se destacan nombres como el del  argentino Daniel de la Vega (Hermanos de sangre, Necrofobia 3D) y el nobel director venezolano Alejandro Hidalgo que con su película La casa del fin de los tiempos logró romper el récord de recaudación en Venezuela, superando los 500.000 espectadores en su paso por las salas comerciales. Estos últimos dos directores participan de la sección Penumbras del 21º Festival Latinoamericano de Video y Artes Audiovisuales de Rosario. El crédito local es Daniel de la Vega, uno de los pocos directores nacionales que ha dedicado su filmografía a explorar las distintas vertientes del género de terror. Deudor de la estética estilizada de los filmes de la productora inglesa Hammer, logra mezclar lo más virulento y salvaje del giallo italiano en su último opus, Necrofobia 3D. La constante exploración de la narrativa y la forma, lo ha llevado a rodar en tres dimensiones, logrando una película de forma y significado complejo. La fotografía, la ambientación y los encuadres, recuerdan a lo mejor del cine de Darío Argento o Mario Bava, pero relatando una historia digna de las obsesiones de Alfred Hitchcock. Necrofobia 3D se convirtió en la primera película argentina de terror en rodarse en ese formato y haber logrado estreno comercial en salas. Daniel de la Vega acompaña el recorrido comercial de su película, mientras tiene en carpeta dos proyectos ligados al horror titulados Punto muerto y Ataúd blanco. 

 

Nota publicada en El 21 - Diario del FLVR



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